viernes, 7 de noviembre de 2014

Sigo aprendiendo y viviendo

Aunque a veces me agarra una melancolía tan profunda que hasta siento que literalmente me duele el corazón y desconozco la causa exacta, aunque tengo algunas posibles teorías: puede ser la distancia y el silencio de las personas que quiero pero que la vida nos separó, puede ser por la soledad, o por estar en un lugar donde no pertenezco, por no poder besar a mi hijo, o por no reírme con las ocurrencias de mi esposo.  A pesar de todo hay que saber encarar a la vida y seguir caminando.

Sigo coleccionando primeras veces. Hoy fue la primera vez que tomé un metro. A veces pienso que esto va a ser como en mi lindo Ecuador. Esperaba encontrar a alguien que me venda los billetes para el acceso al metro. ¡Qué ingenua fui al pensar así! Para qué pagar una plaza de trabajo que se encargue de orientar al visitante con una cálida sonrisa... no, para eso hay máquinas que no cobran seguro social y son más eficientes. Me pongo frente a la máquina y sigo los pasos que no son del todo explicativos. Al fin tengo mi boleto y no he tenido que hablar con nadie. Una gentil persona que trabaja junto a mi tutor me ha hecho una descripción de las paradas a las que debo llegar y las líneas que debo tomar. Lo he hecho muy bien, he llegado. Es fácil cuando todo se muestra con claras señales informativas. Ahora sí me toca obligatoriamente seguir un mapa para visitar a un docente de la Universidad de Barcelona que generosamente me iba a obsequiar un libro suyo y compartirme un poco de sus conocimientos. Me acompaña a la salida de la universidad, vengan dos besos y un abrazo. Esto de los dos besos es genial, si un beso es bueno dos es mejor, y qué alegría recibir un abrazo, con la falta que me hacen...

Al fin he llegado, me siento tranquila, ingreso a un supermercado cerca de mi casa y encuentro algo típico de España. El jamón. Realmente no es algo que apetezca. Es algo que choca. Sí, yo como carne pero ver un pedazo de animal colgando sin estar congelado, no sé, como que da desconfianza. Y acá es tan bien visto que hasta te lo empacan para regalo.



Me detengo en la sección de comidas congeladas. Pues llevaré mi merienda. Un amigo de por aquí me sugirió que pruebe la butifarra, cuando le pregunté que era me dijo: "la salchicha del pueblo". Pues no se equivocó, me pareció en algo a nuestra morcilla, incluso lo que sostiene al embutido es un intestino, lo acompaño con tortilla española y de postre un turrón.




Con esto me despido. Buen provecho y hasta mañana,
Un beso o como es por acá doble beso pero yo le añado un rico abrazo. Espero lo sientas.

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