Nada dura para siempre, ni la felicidad ni la tristeza, la cosa rara es ¿por qué la felicidad dura menos que la tristeza?. Parece que la felicidad a penas es un pestañeo mientras la tristeza parece durar más que un bostezo, pero sea corto o largo, ambos tienen un fin.
A veces ese final lo da la vida misma, otras veces el final lo tenemos que poner nosotros. Cuando algo acaba trae consigo múltiples sentimientos: puedes sentir nostalgia o tranquilidad, tristeza o alegría, dolor o emoción. En fin, esos sentimientos son justo lo contrario que sentías antes de terminar algo, pero no podemos hacer nada al respecto, solo dejar que las cosas pasen. El tiempo afortunadamente borra todo.
Cuando estés pasando por un dolor muy fuerte, tómate tu tiempo para sanar. Llora, grita, maldice, insulta, saca todo ese horror que llevas dentro, a veces tarda días o años, pero pasa, luego respira, pide perdón, piensa que las cosas malas, no siempre son malas, es mejor llamarlas experiencias. Toma lo bonito que te pasó, consérvalo guardadito, pero no lo saques muy seguido para no herirte, y lo malo olvídalo, no vale la pena recordar, sólo sácalo cuando te sirva de enseñanza y no vuelvas a tropezar con la misma piedra.
Todo tiene su fin y si sientes que no llega recuerda que nada es eterno, algún día pasará, mientras llega ese día descubre cosas que te hagan olvidar y sentir mejor. A mí por ejemplo me gusta comer rico, como dice Sabina: "qué voy a hacerle yo... si me gustan las penas con pan". Otra cosa, la música, pon música que te haga mover los pies, los brazos, agitar las palmas, sonreír, Sal con amigos, distrae la mente con un libro, ve de paseo, mira la luna. Hay miles de cosas mejores que hacer antes que vivir penando. Sonríe aunque quieras llorar. Arrástrate cuando ya no puedas caminar, pero nunca te quedes en el piso. Así es la vida, qué le hacemos, sólo nos queda seguir viviendo. No te guardes nada, si tienes que decirle algo a alguien dilo, que no quede en ti ni rencores ni palabras que mencionar, si tienes que decirle que lo quieres dilo, si tienes que decirle que lo odias dilo, si tienes que pedir perdón, pídelo, pero nunca hagas que tu corazón guarde cosas por decir, porque el resto de tus días estarás pensando en que tuviste que decir o hacer algo, manteniendo esa herida abierta que nunca se cerrará.
Ahora pon tus dolores y problemas en las manos de Dios, entrégalos y vas a ver cómo estos se convierten en alegrías y soluciones, porque antes que tú desees algo ya Dios sabe lo que te conviene, sabe lo que necesitas y lo que te mereces. No te alejes de Él por más dolor que sientas, al fin de cuentas Él es el único en quien puedes confiar y el que nunca te abandona, pídele que transforme tu odio en amor, tu tristeza en alegría y que siempre se mantenga a tu lado aún cuando seas tú quien se aleje.
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